Para Adam Smith y David Ricardo, de la escuela clásica, el concepto de salario estaba comprendido dentro de la noción del valor del trabajo, “los salarios eran pagados por la venta del trabajo en si mismo”. Pero ese criterio no explicaba por qué el valor del producto del trabajo era ordinariamente superior al valor del trabajo.
Conviene recordar algunos conceptos sobre salario.
Marx se mofó de esta concepción al explicar cómo “Ricardo evita bastante ingeniosamente una dificultad que, a primera vista, amenaza con malograr su doctrina de que el valor depende de la cantidad de trabajo empleada en la producción. Si se toma este principio al pie de la letra, de él resulta que el valor del trabajo depende de la cantidad de trabajo empleada en producirlo, lo que, evidentemente, es absurdo. Mediante un diestro circunloquio, Ricardo hace depender el valor del trabajo de la cantidad de trabajo requerida para producir los salarios, por lo cual entiende la cantidad de trabajo requerida para producir el dinero o las mercancías dadas al trabajador.
Es como si se dijese que el valor de un vestido se estima no según la cantidad de trabajo empleado en su producción, sino según la cantidad de trabajo empleado en la producción del dinero contra el que se cambia el vestido”.
Más adelante explica Marx el concepto de plusvalía: “, no siendo más que una expresión irracional del valor de la fuerza obrera, el valor del trabajo siempre tiene que ser menor que el de su producto, puesto que el capitalista prolonga continuamente el funcionamiento de esta fuerza más allá del tiempo necesario para reproducir su equivalente”.
En general “se entiende por salario la remuneración que percibe el trabajador dentro de un sistema económico de mercado y que constituye el precio de su fuerza de trabajo”. O como lo prevé el Art. 127 del C.S. del T. salario es todo lo que recibe el trabajador, en dinero o en especie, como contraprestación directa del servicio.
En las sociedades industriales modernas la estipulación de un salario mínimo está regulada por la ley; constituye, en realidad, un logro alcanzado por los trabajadores frente a los empleadores.
Actualmente la fijación del salario mínimo se ha hecho más compleja, por cuanto en las reuniones anuales de concertación toma parte el gobierno, tomándose en cuenta factores diversos como el índice de inflación, la devaluación del peso frente al dólar, la situación general de la economía, etc.
El Art. 146 del C.S. del T. establece escuetamente que para fijar el salario mínimo se deben tomar en cuenta el costo de la vida, las modalidades del trabajo, la capacidad económica de las empresas y empleadores y las condiciones de cada región y actividad.
No debemos olvidar, por otra parte, reiteradas jurisprudencias de la Corte Constitucional, en el sentido de que el salario debe ser mínimo, vital y móvil, lo cual significa que es la menor remuneración que debe percibir el trabajador por su jornada laboral.
Que sea “mínimo vital” significa que está destinado a satisfacer necesidades básicas y “móvil” porque se modifica en proporción al Producto Interno Bruto.
La idea, en el fondo, es que permita un entorno dignificante.
Bueno, pero digámonos la verdad: que sentido tiene que cada fin de año se reunan trabajadores, empresarios y el gobierno para fijar el salario mínimo que ha de regir durante el próximo año?
En principio la cuestión parece sana y entendible en términos de hacer el correspondiente ajuste por inflación, ya que la platica de enero no tiene el mismo poder adquisitivo que en diciembre.
Pero el problema es que al mes siguiente todas las mercancías suben, incluso en proporción mayor al reajuste del salario mínimo.
Por esta razón nos llama la atención una fórmula mixta: que se indexe el monto del salario mínimo en diciembre, pero que simultáneamente se ejerza una política efectiva de control de precios al consumidor, lo cual no resulta ilusorio con el decidido apoyo de los Alcaldes, quienes bien podrían apuntar la lista y precios de productos que ha de regir durante el respectivo año.
Preferible una regulación así, expresa y coercible, que estar esperando la supuesta intervención de la mano invisible de Smith en el mercado, mientras los pobres y vulnerables sufren las adversidades inflacionarias.
Sabemos que el Movimiento Cívico Nacional se decanta por esta fórmula mixta, porque es la mejor manera de atender las necesidades de los trabajadores (recordemos que las normas laborales son protectorias de los intereses de los trabajadores). Además, sería un factor para controlar la inflación, al mermar la afluencia de circulante, lo cual beneficiaría aún a los productores.
Como quien dice: se trata de una fórmula con la cual todos ganamos.