Amigas y Amigos:
Hoy consideramos la avidez y la avilantez de los politiqueros: la primera hace referencia a que desean riquezas con gran intensidad, la segunda a que su audacia e insolencia no conocen límites.
Esto a propósito de que no les basto tener los mejores salarios, prestaciones y canonjías que todos los ciudadanos de Colombia, lo cual es un hecho notorio que no requiere pruebas, sino que además se inventaron la Ley Estatutaria 1475 de 2.011 de los partidos y movimientos políticos.
Es la consagración de la financiación estatal de los partidos y movimiento políticos, que le cuesta al erario público (entiéndase bien: a nosotros los contribuyentes) la nimiedad de $102.000 millones de pesos. Una verdadera piñata para lucrarse los politiqueros, quienes son expertos en jugar a su conveniencia con el presupuesto nacional, a nuestras expensas.
En el año 2019 se reportaron $54.000 millones de pesos, en el 2024 ya se van a repartir $102.000 millones de pesos.
Porqué conceptos, podemos preguntar: pues por la llamada reposición de votos.
Semejante “torta” tan grande se la reparten así:
-Partido Liberal: $10.734 millones
-Partido Conservador: $9.736 millones
-Cambio Radical: $7.898 millones
-La “U”: $7.545 millones
-El Centro Democrático: $6.918 millones
-Colombia Humana: $2.178 millones
-El resto distribuido entre los otros 31 partidos y movimientos: $45.009 millones
Obsérvese cómo el mejor negocio lo hicieron los “liberales”, fraccionados en la “U” y en “Cambio Radical”, pues entre las tres vertientes “liberales” suman más de $26.000 millones.
Ahora si vamos entendiendo por qué se dividen, o por qué desplazaron al partido de Rafael Uribe Uribe y Jorge Eliecer Gaitán: mientras éstos llegaron al sacrificio por su credo liberal, los politiqueros felices se reparten las mayores tajadas del presupuesto nacional destinadas a subvencionar la politiquería. Luego no son motivaciones políticas, ni desavenencias ideológicas lo que llevó a Vargas Lleras a separarse del liberalismo, no: es puro negocio lo que lleva a estos sinvergüenzas a participar en la jugosa piñata politiquera. De manera que mientras la gran mayoría de colombianos tienen que trabajar honradamente y sudar la gota gorda para ganar un modesto salario, éstos granujas quedan “cuadrados” con tanto billete y no necesitan trabajar (por eso los directores no sueltan la dirección de estos negocios).
Es lo cierto que esos abusos escandalosos son los que inexorablemente han provocado el fin de los grandes imperios, como lo enseña la historia.
En lenguaje coloquial decimos que “tanto va el cántaro al agua hasta que al fin se rompe”. Pues a estos señoritos de la politiquería tradicional les podemos anunciar que el día en que el pueblo noble y aguantador los llame a cuentas no está lejano: cómo es que sólo piensan en ellos, en su bienestar? Y mientras tanto la gente muriéndose de hambre y desnutrición, pero a los muy bellacos eso no les ha importado, pues de lo contrario se habrían preocupado por construir siquiera una procesadora o factoría pesquera, para llevarle a precio de costo tan vital alimento a todas nuestras gentes pobres y vulnerables. (a la manera que lo hacen Ecuador y Perú, y eso que sólo tienen un mar territorial).
Pero también habremos de preguntar con el pueblo, a toda esta casta voraz e indolente de politiqueros, por qué en los últimos 40 años no se han interesado en retomar el necesario y trascendental proyecto del canal interoceánico Atrato – Truandó, siendo que mediante la Ley 53 de 1.984 fue autorizado el gobierno nacional para contratar su construcción?.
Ese canal interoceánico Atrato – Truandó se construye en 13 años, cuesta algo más de US$ 25.000 millones de dólares y se paga en 10 años, constituyéndose en la megaobra redentora de este país, sobre todo ahora cuando el Canal de Panamá ha dejado de ser competitivo, por su obsolescencia y falta de agua (tanto es así que se tiene averiguado cómo dejará de producir 700 millones de dólares este año, debido a la restricción de tránsito de buques por la sequía).
Si nuestros presidentes hubiesen sido medianamente competentes, no estarían desde Barco hablando estultamente del proyecto de “canal seco”, que no es otra cosa que el despropósito de construir líneas férreas y/o carreteables, como en Guatemala o Costa Rica que no cuentan con la viabilidad técnica que nuestro canal interoceánico tiene certificada desde los estudios ordenados mediante la Ley 50 de 1.964.
Queda, pues, evidenciado que los politiqueros no piensan sino en los señuelos para engañar a los electores (como la teja de zinc, el tamal, los $80.000, y últimamente la vaca preñada) y así seguir enriqueciéndose a costa del presupuesto nacional o los sobornos o coimas, todo en beneficio propio, nada de significación a favor del pueblo.
Por eso celebramos que el Movimiento Cívico Nacional no participe de la piñata politiquera en mención (explicable por las insaciables e inaceptables glotonería y codicia de los politiqueros) y si esté promoviendo proyectos de gran envergadura a favor del pueblo, como la construcción del Canal Interoceánico Atrato – Tuandó y de dos (2) procesadoras de pescado o factorías pesqueras en nuestros dos mares territoriales para alimentar nuestra población (e incluso para exportar).
No hay duda: hay que recomponer este país.
Por el bien de Colombia: Movimiento Cívico Nacional.