Por: Eduardo Fierro Manrique
Ex Magistrado y Ex Notario.
Es definido como “el movimiento político que se apoya en las movilizaciones de masas a través de un discurso demagógico dotado de un contenido emocional que afirma la idea de pueblo depositario de la justicia, del bien social y de los valores morales”. (Octavio Uña Juárez y Alfredo Hernández Sánchez, “Diccionario de Sociología”, Ed. Esic, Madrid, 2004, Pg, 1107).
Así hemos de caracterizar al movimiento político que encabeza el presidente Petro, líder indudablemente carismático que se ha hecho con el poder político en Colombia. Su efectismo es evidente, al punto que no habiendo realizado grandes transformaciones del país en sus casi 2 años de ejercicio, a favor de la gran mayoría de colombianos(as), el pueblo le sigue aclamando con entusiasmo y estulticia semejantes a la masificación irracional de quienes admiran absortos a un taumaturgo o un prestidigitador.
Desde luego que no se trata de algo milagroso o sorprendente, pues a sus dotes oratorias innegables y a su carisma hay que sumar las condiciones favorables a sus propuestas, terreno abonado por la mediocridad, frustraciones y desaciertos de gobiernos precedentes.
En efecto, la oligarquía que suponíamos más inteligente no se cuidó de colocar verdaderos estadistas en la presidencia, que a la vez que promocionaran el desarrollo y el progreso del país, con mayores fuentes de empleo, producción, innvovación y bienestar, facilitaran el desarrollo razonable y ponderado de sus empresas, sin llegar a los extremos inciertos de más de la mitad de ciudadanos(as) empobrecidos (monetaria o multidimensionalmente), quienes aproximándose a la línea de la inseguridad alimentaria constituyen materia inflamable susceptible de un estallido social. Y al no hacerlo permitió que sus “mayordomos” al frente del poder político fueran improvisados por la politiquería, el fanatismo sectario, la tragedia, la mafia, la guerrilla (en pro o contra), la tramposa reforma de a Constitución, el continuismo y hasta la veleidad de algún expresidente de querer “gobernar en cuerpo ajeno” (irresponsablemente, como si se tratase de una telebobela).
Y he aquí las consecuencias: el presidente Petro no está propiamente gobernando, sino de candidato a la reelección indefinida a través de la constituyente que ha propuesto, (como Chávez en Venezuela hace 25 años), con la chequera y demás medios oficiales recorriendo el país, alcanzando una ventaja descomunal que la derecha – Centro no va a poder enfrentar con éxito.
Un genuino y significativo ejemplo baste de muestra: esta semana me expresó un líder indígena de la Plata-Huila: “Pues yo soy Uribista, pero Petro nos está comprando con tierra”.
Vayan viendo, politiqueros de todos los pelajes, que se nos creció el enano, pues está haciendo cuanto le viene en gana: dañarnos los importantes ingresos del gas y del petróleo- 25% del PIB – (hasta ponernos a importar gas de Venezuela cuando en “costa afuera” y otros sitios tenemos grandes yacimientos), decapitando las Fuerzas Armadas (llamando a “calificar servicios” a los más antiguos y diestros de sus hombres), viajar innecesariamente por todo el mundo con el dinero de los contribuyentes, no adelantar obra alguna de gran envergadura, repartir todo el dinero oficial que puede para comprar conciencias (hasta a los jóvenes para que dejen de delinquir), afectar relaciones diplomáticas provechosas para Colombia, como con Israel, enrostrarnos la indultada bandera del M-19, aun teñida de sangre, insultar expresidentes y buscar camorra a todo el que se le ocurra (irrespetando a empresarios creadores de numerosos empleos y pagadores de impuestos), propiciando la fuga de capitales y la quiebra de muchas empresas (2000 en 2024), etc.
De manera que si los anteriores gobiernos fueron mediocres y prohijaron la mayor concentración de la riqueza y el mayor empobrecimiento de la población (el 62% según nuestras cuentas), dejando más de 15.600 niños menores de 5 años con desnutrición aguda, más de 5.000 niños menores de 5 años en desnutrición crónica, y anualmente más de 370 niños que fallecen por física inanición, con éste gobierno del supuesto “cambio” las lacras sociales serán mayores y más graves.
“Ladrón o no ladrón, queremos a Perón”, era el estribillo que gritaban los argentinos hace 75 años…. y aún no han podido reponerse de las nefastas secuelas económicas del régimen populista.
Quien envió los $ 4.000.000.000 a los presidentes de Senado y Cámara de Representantes? (de lo que se robaron en el latrocinio de los 40 carrotanques de la Guiajira).
Será capaz el Congreso de hacer algo positivo para evitar la peligrosa y señalada venezolanización de Colombia?.
Otrosí: por mucho menos el parlamento ecuatoriano destituyó a Abdalá Bucaram en 1.997, cuando llevaba escasos 6 meses en la presidencia, “por incapacidad mental”.