Jóvenes
“juventud, divino tesoro, ¡ ya te vas para no volver ! Cuando quiero llorar, no lloro…. y a veces lloro sin querer… ¡Más es mía el Alba de Oro!”
Rubén Darío (1867-1916) (“Canción de Otoño en Primavera”).
No existe criterio alguno uniforme sobre la juventud,…. sus edades límite… contenidos…. implicaciones…. nada.
Se sabe si que la juventud es impertérrita, valerosa…. rebelde… irreflexiva, quizás. Sin juventud no habría héroes, quizás. Tampoco autonomía ni independencia, quizás. Luz y cambios si habrá; y vigor, esperanza y libertad….; y energía, creatividad y compromiso… mientras la vida palpita con desenfreno incierto!. También vigor, actividad física, entusiasmo, capacidad de adaptación, asimilación orgánica e intelectual.
Se dice que es la juventud una etapa del desarrollo humano que sucede a la adolescencia y antecede a la adultez: de 18 a 25 años? o 14 y 26 años?. De 18 a 28 años? (Corte Constitucional). De los 15 a los 24 años? (OMS y ONU, con fines estadísticos). De los 14 a los 28 años (Ley 1622 de 2013).
Igualmente se afirma cómo la juventud es la mejor época para aprender. Y se constituye así en motor impulsor de cambio y progreso de cualquier sociedad, fuerza vital transformadora para construir un porvenir más halagüeño.
Por todo ello la juventud merece todo lo mejor: hasta que la protejamos de las mal intencionadas leyes, que la politiquería en el Congreso ha ideado con fines aviesos y proclives. En efecto, como se les están reduciendo las clientelas (cansadas de tanto engaño, promesas incumplidas y la situación general cada vez peor), había que echar mano a la juventud, simulando darle importancia…. Tratando de anticiparle su ciudadanía, pero sólo para ciertos efectos electorales, que permitiese al “país político” (al servicio de la oligarquía) irla domeñando, “preparándola”, aconductándola para las faenas electoreras de su próxima juventud. (Por menos Sócrates fue acusado de corromper a la juventud y conminado a beber la cicuta).
Por qué no se le anticipaba la ciudadanía plena a los jóvenes, a los 14 años, si en realidad se les pretendía ayudar en su formación integral?. Porque se conocía o sospechaba el apotegma Bolivariano, según el cual “la juventud que no es rebelde es una juventud enferma”. Y entonces la cuestión podía salirse de su control y convertirse en verdadero efecto boomerang. (a propósito, se tienen averiguadas las tendencias políticas de los jóvenes: 44% de centro; 37% de derecha; 19% de izquierda).
Dentro de este contexto, en sintonía con la interesada demagogia de la O.E.A., fue expedida la Ley 375 de 1.997 (julio 4) y luego la Ley 1622 de 2013 que la derogó (art. 79). Ya en 2018, mediante la Ley 1885 fue modificada, quedando clara su finalidad formal: “su vinculación y participación activa en la vida nacional, en lo social, lo económico y lo político como joven y ciudadano”.
Se trata del ampuloso (y mentiroso) “Estatuto de la ciudadanía juvenil”, conformado por las leyes Estatutarias antes citadas: “para garantizar a todos los y las jóvenes el ejercicio pleno de la ciudadanía juvenil en los ámbitos civil (mentiras), personal, social y público, (mentiras), el goce efectivo de los derechos reconocidos…., (acomodaticio e innecesario) y la adopción de las políticas públicas necesarias para su realización, protección y sostenibilidad; y para el fortalecimiento de sus capacidades y condiciones de igualdad de acceso que faciliten su participación e incidencia en la vida social, económica, cultural, y democrática del país”. (todo acomodaticio, ya que como suele decirse: “el papel puede con todo”).
Porque, en realidad, lo esencialmente perseguido es empezar a foguear a los adolescentes en las lides tramposas y mefíticas de la politiquería. Por eso tan “generosos” los politiqueros: anticipar la “juventud” a los adolescentes de 14 años, más impresionables, sugestionables y maleables.
Más descuidadamente franca la O.E.A., al reconocer que se trata de “cautivar” a los jóvenes, si bien con el falaz objetivo de “promover la igualdad, el desarrollo integral, la seguridad hemisférica, y la gobernabilidad democrática” (subrayas fuera de texto).
No queda, pues, duda alguna: el propósito fundamental es encasillar a los jóvenes (desde su adolescencia) en las redes de la politiquería tradicional, tapándoles las amplias alternativas del pensamiento político universal. Eso es inicuo, torpe y bellaco!
Tanto es así que para halagar y seducir a ese atractivo segmento poblacional de 12´500.000 jóvenes, también expidieron los politiqueros tradicionales la Ley 1780 de 2016, dizque para promover la creación de nuevas empresas jóvenes….!
Mejor hubiese sido fijar la atención en la salud mental de nuestros adolescentes y jóvenes: algunos reportan episodios de soledad, falta de comunicación y de aprecio, depresión, de manera que entre los 12 y los 18 años algunos asumen conductas autolesivas, o suicidios. Por ello, para atender estudios serios sobre la materia, nos proponemos dotar a las escuelas y colegios de un profesional Psicosocial (al menos ciertos días de la semana), a efecto de ir consolidando políticas claras de salud mental, de carácter preventivo.
Por último: la Corte Constitucional, mediante sentencia C –862-12 declaró la exequibilidad general del Estatuto de la Ciudadanía Juvenil, si bien declarando inexequibles los artículos relativos a la “Unidad Administrativa Especial de las Juventudes” y precisando cómo las edades previstas en otras leyes conservan su vigencia.
Desde luego no cabe en una revisión de Constitucionalidad declarar su inconveniencia o su futilidad…..
Más lo que no contaban los politiqueros de oficio, porque en el fondo siempre han despreciado al pueblo, es que nuestros jóvenes y adolescentes son muy inteligentes: por eso, en una mayoría abrumadora de cerca del 90%, no atendieron esos “cantos de sirena” de los politiqueros, no concurriendo a esas inanes elecciones efectuadas el 5 de diciembre de 2021 para ese juego de los jóvenes denominado “consejos de juventud”. (y eso que como señuelo previeron el pago de $290.464 por sesión….).
Con razón la filósofa española Adela Cortina expresa: “Despreciamos a los pobres porque creemos que no obtenemos nada de ellos”.
El Movimiento Cívico Nacional tiene la convicción de que a los jóvenes hay que respetarlos y no engañarlos con los distractores comentados, que llevan oculto el gérmen proclive de la sumisión a la politiquería tradicional.
Por el contrario ofrecerá amplio respaldo a los jóvenes en lo que más necesitan dentro del proceso vital de su formación y desarrollo: empleo y estudio, ya que sólo así podrán adquirir su natural madurez, en absoluta libertad para desarrollar sus capacidades, sus destrezas, sus gustos e inclinaciones intelectuales y culturales y despejar –a su manera – la construcción de su propio porvenir (que es el mismo de la Nación colombiana).