Lucha permanente contra la desigualdad
Concepto: “Con el término de desigualdad social, lo que queremos indicar es que en la sociedad hay estratos, niveles, rangos, clases, etc.; es más, a lo largo de la Historia, este concepto ha tomado diversos significados: así, en el siglo XVIII se hablaba de desigualdad social, en el XIX de clases sociales y en el XX de estratificación social; pero en el fondo se trata de analizar el mismo fenómeno. La desigualdad social son las diferencias que existen entre los individuos por el mero hecho de pertenecer a una sociedad determinada.
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El problema se crea cuando encontramos que además de haber diversas personas y papeles sociales, estos están relacionados unos con otros en situación de inferioridad o superioridad, cuando unos están arriba y otros abajo, cuando vemos que la vida social está construida y estructurada en grandes rangos y jerarquías.
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Las desigualdades son, por tanto, esencialmente sociales y están relacionadas a la existencia de estratificaciones económicas, políticas, de prestigio, etc.
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El sistema capitalista liberal acepta la desigualdad social como una necesidad del desarrollo económico”. (“Diccionario de Sociología” de Uña y Hernández, pags. 367-368).
Sabemos bien, desde Hobbes, Locke y Rousseau, cómo existe una desigualdad natural entre los seres humanos. Respecto de la misma la situación es prácticamente inmodificable, mientras la genética no determine otra cosa.
De manera que hemos de referirnos a las desigualdades que dicta la realidad socio-cultural, podríamos decir, el entorno de las personas y de la gente, en general. Desde luego con el propósito de estudiar la(s) manera(s) en que podremos intervenirlas positivamente, para bienestar de la mayoría de la población.
Personajes de la altura de los premios nóbel de economía: Stiglitz, Amartya Sen, Banerjee, Duflo y Kremer, y economistas de la talla de Piketty, Sandiez Aucochea, Giraud, Revéiz, entre otros han convertido el estudio de la desigualdad en un tema tan universal como actual.
Por cuanto distinguen estos autores las desigualdades mundiales, vale decir: de los distintos países, aludiremos a las que observamos en Colombia: social, económica (pobreza monetaria y pobreza multidimensional), política, concentración de tierras, intrarregionales, derivadas de ingresos, edad, discapacidad, acceso a servicios de salud, servicios públicos, educación de calidad, expectativa de vida, acceso al mercado laboral, matrimonio precoz, control de la natalidad, las violencias, acceso a la salud sexual y reproductiva, desigualdad de género, desigualdad religiosa, desigualdad cultural, desigualdad por preferencias sexuales, de clase, por etnia, por ubicación geográfica, etc.
a)En cuanto a la desigualdad monetaria se estima que el ingreso promedio del cinco por ciento (5%) más rico de la población es incomparablemente más alto que el del resto de la población. Se ha dicho, creemos con razón, que el mundo es en la actualidad más rico pero al mismo tiempo más desigual.
En Colombia la concentración de la riqueza, originada en el régimen de herencias y en el narcotráfico, es muy notorio. Tanto que se sostiene por algunos estudiosos que el dos por ciento (2%) de la población detenta el noventa y cinco por ciento (95%) de los medios de producción. Así las cosas, una eventual emulación resulta ser algo ilusorio; pero si es objetivo sacar millones de la pobreza, tanto monetaria como multidimensional. (lamentablemente Colombia es caracterizado como una de las naciones más desiguales del mundo).
Posibles soluciones:
-Estimamos que no es suficiente elevar el salario mínimo; la experiencia demuestra que su aumento (cualquiera que éste sea) se diluye con las alzas del mes siguiente. Mejor será trabajar, simultáneamente, con la sustentación de precios.
-También resulta aprehensible la conveniencia de un programa agresivo para la creación de empleos.
-No parece solución sólida la proliferación de subsidios estatales, debido a que no siendo sostenibles en el largo plazo constituyen apenas transitorios paliativos tendientes a resolver algunas de las carencias que caracterizan la pobreza multidimensional.
Pertinente parece la “observación final” que trae Amartya Sen en su obra “La Desigualdad Económica”: “Podemos terminar este análisis con una nota pragmática. Muchos de los problemas surgidos en la evaluación de la desigualdad y la pobreza son mucho más claros que sus soluciones. Esto hace del tema un buen campo para el trabajo analítico posterior:….” (Fondo de cultura económica, 2021, pg. 249).
b)Las demás formas de desigualdad podrán ser atendidas y de cierta manera superadas por la acción sistemática y equitativa del Estado, una vez logremos la superación de la postración económica en que nos encontramos (como consecuencia de los malos gobiernos de los partidos tradicionales, de la politiquería de derecha y de la demagogia de izquierda que no acierta a gobernar con tino y eficiencia).
Aplicable aquí el apotegma según el cual lo económico determina, en última instancia, lo social, lo político, lo institucional. En efecto: cuando la base económica lo permita (ejemplo: solucionada la deuda pública externa, con dos factorías pesqueras en producción, con el canal interoceánico Atrato – Truandó ya pagado y produciendo divisas a granel, y el campo en plena producción), podremos nivelar las cargas: que los ancianos y los discapacitados tengan su apropiada atención; que no haya concentración de tierra ociosa, pues la revolución agrícola deberá ser permanente; los servicios públicos podrán llegar hasta el último rincón de la patria, con calidad y suficiencia; desde luego habrá más empresas nacionales y extranjeras que harán proliferar los empleos; habrá más control de las familias, mejorará sustancialmente la salud, la cultura, la expectativa de vida, etc.
Por último, como lo observa Sen en la misma obra: “ Mientras que la percepción de una gran desigualdad conmueve a la gente “con un interés inmediato difícilmente igualado por cualquier otro concepto”, la evaluación de la desigualdad implica una gran complejidad económica, social, política y filosófica”. (ob. cit., pag. 133).